Borges y la síntesis infinita

Martín Fierro en las pampas argentinas

Mientras más leo a Borges, más perplejo y sumido en la entropía literaria estoy tras la lectura; y no porque el escritor argentino lo haya visualizado así setenta años atrás (aunque me temo que algo de eso hay también), sino que las historias, los personajes, las vertientes literarias y filosóficas detrás de tan cortos relatos (síntesis) se me abren a un universo amplio, inacabable y fascinante (infinito) que conlleva un  proceso continuo de re-creación

Que coraje el de Borges tras aquel impulso creativo de crear un desenlace imprevisto a la más grande obra épica argentina de todos los tiempos como es «Martín Fierro», tomó un episodio de los cientos de relatos contados en forma de verso en el texto de Hernández y puso allí de sus cimientos creativos, de sus estandartes narrativos, de esa infinita riqueza dramática para lograr crear a un Recabarren, pulpero vasco de segunda generación americana, testigo sin querer de la muerte de un hombre leyenda como Martín Fierro, el gaucho que muere a manos de un negro. En sintéticas 998 palabras captura ese momento y re-elabora otro Martín Fierro, otra historia infinita desligada completamente de su original, parece tener un secreto, parece dominar la naturaleza,  tal como lo enuncia en su propio texto «hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo», creo que Borges sedujo a la tarde de esa llanura, sacó su secreto mejor guardado y lo puso en forma de cuento para que sigamos leyendo al clásico argentino en los siglos venideros.

En otra obra existe una intriga total por descubrir esa luz del Aleph en las aventuras del «Cantor de Tango» de Eloy Martinez, tanto ha penetrado ese concepto de la plenitud del ser, del descubrimiento de la verdad y tantos otros adetivos que la luz provoca en la imaginación de los lectores, que hasta un simple embustero bonaerense cae rendido ante los resplandores del destello de Borges en su obra. Eloy Martinez evoca a Borges al lograr una síntesis de una ciudad tan laberíntica como Buenos Aires en un tango, la tristeza que provoca el recuerdo de tiempos pasados, las historias paralelas ante un acontecimiento tan cotidiano como el saber que la vida se va en un día, asi nos hacemos infinitos e inmortales, solitarios y pasajeros.

Un provocador profesional es Borges, que con calculada pluma, amenaza la estabilidad del universo con intervenciones prístinas, algo tan alejado de su ser y su discurso, pero presente alli a pesar de sus propios gustos. Un goce para los lectores, una delicia para los enamorados de Borges, un dolor de cabeza para los puristas de la narrativa de largas y complejas historias, con tramas y personajes desarrollados a la saciedad en una obra. Quizás por eso no gano el Nobel, porque sus historias solo son de dos páginas y no representan un valor agregado por el grosor de sus libros.

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