Me voy a centrar en la relación histórica, por no decirlo,casi apócrifa entre la ciudad y el campo, lo urbano y lo rural, el centro y la periferia, la capital y la provincia en el ámbito de las producciones literarias, al menos en el país donde registré domicilio por el más largo tiempo. Esto en relación a una proposición de Rama donde «propone separar las literaturas producidas en las grandes urbes y con gran posibilidad de influenciarse por la modernidad transnacionalizadora y la literatura producida en las ciudades provincianas, impregnada de usos rurales, estas literaturas heterogéneas, que tienen textura occidental, pero donde subyacen formas de conciencia y voces nativas.
Esta idea tiene asidero en el estudio de la producción literaria nacional en Chile durante el siglo XX, que bajo la influencia de la tradicion hispana, francesa e inglesa se estructuró en Santiago, la capital, una escuela literaria eurocentrista que tuvo a su gran lumbrera en Vicente Huidobro y una multitud de seguidores que bajo el sello del creacionismo del poeta chileno, sembraron de tinta los cielos de la centenaria república.
Ante esta avasalladora aplanadora europeizante tuvo que irrumpir un provinciano de Temuco, que en silencio e impregando de la lluvia, del canto ceremonioso de los mapuche, y el costumbrismo campesino del sur de Chile, revolucionó las letras del pais austral con su voz monótona y comprometida. Pablo Neruda fue el fiel representante de las minorías sociales, étnicas e intelectuales, que con su concepto de lo «telúrico», lo «terrenal» y lo «americano» llego a escribir de su pluma el reconocido «sube a nacer conmigo hermano» en su Canto General, que en palabras de Theodorakis es «the «bible» of Latin America, is a great hymn to the nature and humanity of a continent, its heroes and its insurrections and struggles against its oppressors, the tyrants, the dictatorships of «flies».
Sin ser parte del folklore nacional, sino de una amplia conspiracion provinciana, se levantó un canto revolucionario, una voz que imprimió nuevos brios a la produccion literaria chilena, que tuvo también a la poetisa Gabriela Mistral como pionera y no solo en el ámbito de las letras sino tambien en la música con Violeta Parra, otra mujer que desde Valparaíso escribió «Volver a los 17» y «Gracias a la vida».
Visiones contrapuestas, más auténticas en la construcción del ser nacional, hoterogéneas miradas que bajo el velo que aún bajo la formación hispana, lograron producir otras poesias, otras narraciones y otras canciones que iluminaron el cielo con su dulce esplendor.